
Muchas veces había sentido la curiosidad por dentro al ver a los devotos subir la calzada de rodillas. Me parecía una auténtica salvajada. Pero como la vida te da muchos reveses y cambios de rumbo, hice en su momento la promesa de subir de rodillas, promesa que cumplí totalmente a solas, en la oscuridad de la noche del Cerro del Cabezo, mientras algunos estaban de fiesta.
Yo he vivido la experiencia de subir la calzada de rodillas. La primera parte de la calzada la haces muy valiente, parece que enseguida vas a estar arriba y vas a una velocidad de vértigo. Pero enseguida empiezas a notar la pendiente, como las fuerzas parece que se escapan de los brazos. Más adelante empiezas a notar un picorcillo en las rodillas y los meniscos, que es señal que te estás despellejando por la fuerza que vas haciendo al poner gran parte de tu peso en las rodillas y de llevarlas cada vez arrastrando más. En la oscuridad de la noche, te vas guiando por las marcas que otros devotos han dejado delante de ti, marcas de sangre.
Empieza a hacer aparición ese gran enemigo que es la sed, que hace que tu garganta esté seca, que jadees con resuello a cada paso, que te obliga prácticamente a arrastrarte con tus brazos por las piedras irregulares de la calzada.
Hacer la promesa es una experiencia de debilidad, de humildad tremenda. Te demuestra que no eres nada, absolutamente nada delante de Dios y de la Virgen. Te hacer ver que necesitas a Dios en tu vida, que necesitas esa mano amiga que te ayuda y te da ánimos… La promesa es un reflejo de la vida misma: dificultad, lucha, dolor, soledad en algunos momentos… Llegas al santuario, y aun allí te cuesta ver la imagen de María Santísima, porque tienes a la gente delante de ti rezándole, presentándole sus súplicas en la oscuridad de la noche, sin saber si pueden tener peticiones como las tuyas, o incluso rogándole por intenciones mucho más importantes y urgentes que las tuyas…Pero tienes esa meta de encontrarte con Dios y con María al final del reto, de quedarte sin palabras ante su imagen.
Cada persona que hace la promesa sabrá lo que lleva dentro de su corazón, la ayuda que ha recibido de la Virgen; pero desde esa fecha, toda persona que veo que sube la calzada arrodillado, me merece todo respeto y consideración.
By.-Un devoto
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