lunes, 1 de febrero de 2010

La presentación del Señor en el templo


El próximo día 2 de Febrero, celebraremos la fiesta litúrgica de la Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén, nos presenta dos momentos de la vida de la Virgen María: uno, el de su Purificación, rito que, como cualquier mujer que había dado a luz, debía realizar; ya que para la ley judía toda mujer quedaba impura en el momento del parto –si bien es cierto que María Santísima no necesitaba de este rito, pues era Ella toda pura, lo cumplió como buena devota hebrea, que obedecía rectamente la Ley del Señor-; el otro momento es aquel de la Ofrenda a Dios del Niño Jesús; puesto que todo primogénito varón debía ser consagrado al Señor, acto que se llevaba a cabo por medio de un sacrificio animal, que representaba el sacrificio del niño a Dios.

Esta fiesta es conocida popularmente también como “la Candelaria”, por el rito de entrada de la Misa, en el que se bendicen unas candelas que los fieles llevan encendidas al comienzo de la celebración, representando a Cristo, que es la luz para alumbrar a las naciones, como profetizó el anciano Simeón en el Templo cuando tuvo al Niño en sus manos.

Nosotros tenemos que aprender de esta fiesta a que, por muy buenos y santos que nos creamos, debemos obediencia a la Ley de Dios. Si Santa María, que era toda Pura y Santa, se sometió sin necesidad alguna a aquellos ritos -que si nos paramos a pensar, podían ser humillantes para una mujer, pues indicaban que ni se la podía tocar-, y lo hizo por obediencia al Señor, nosotros no nos podemos creer más que Ella, y debemos por tanto obedecer en todo, como buenos devotos, a las leyes de la Iglesia, la guía que Cristo y Santa María ponen delante de nuestros ojos para seguir el camino de la salvación.
By.- R,C

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