sábado, 7 de diciembre de 2013

La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.


Este tiempo de Adviento en el que estamos inmersos, y en medio del cual celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, me hace pensar en una tradición tan ruteña como es el canto de la Aurora.

Y es que María Santísima es esa Aurora del Sol de justicia, Jesucristo, el Señor, que viene a salvarnos. Ella es la primera luz del día que va disipando la oscuridad de la noche y anuncia que el día ya está llegando.

Su Concepción Inmaculada es también un aviso de que la oscuridad y la tiniebla en la que nos sumerge el pecado están retrocediendo y son vencidas por la luz resplandeciente de la gracia del Señor Jesucristo.

Por eso, hoy la veneramos de un modo especial, y le cantamos al son de la melodía de la aurora:

Tú eres clara cual hermosa luna

y resplandeciente mucho más que el sol,

como tú no ha nacido ninguna

ni el Omnipotente otra igual creó.

Por eso ordenó,

que a tus plantas Soberana Reina,

te rinda obediencia cuanto Dios creó.

Hoy, nuestros pensamientos se tiñen de azul y de blanco. El azul del cielo donde Ella tiene su trono, desde el cual desciende para vernos, posando aquí sus virginales huellas; ese cielo limpio, sin nubes… Como limpia ha de ser nuestra vida, sin los negros nubarrones del pecado que afean la belleza que Dios quiere que resplandezca en nuestras almas. Y el blanco de la pureza, de la limpieza de corazón, de un decir sinceramente al Señor Dios Altísimo “Hágase en mi según tu palabra”. El blanco bautismal que deberíamos mantener siempre intacto con nuestro modo de vida, un modo de vida que en todo momento debe estar acorde con el Evangelio. Pero si manchamos ese blanco, recordemos que…

Cuando alguna desgracia tengamos

con la confianza podremos decir,

Madre mía, venid en mi amparo

que sin vuestro auxilio ¡qué será de mí!

Y al punto advertí,

como aquella divina paloma,

que a fuerza y confianza pudo resistir.

Así pues, si de verdad queremos ser devotos de la Reina Santísima de cielos y tierra, la cual, entre otros muchos lugares de nuestra vieja piel de toro, España, ha puesto su morada en la cumbre del Cerro del Cabezo -porque…

En la cumbre de Sierra morena,

que dicha tan grande tuvo aquel pastor,

que al sonido de una campanilla

se le ha aparecido la Madre de Dios.

Y Ésta así le habló:

Vete a Andujar y diles que hagan

en mi nombre un templo de veneración.

-y en su casa del Llano, desde la cual, junto a San Francisco de Asís, gran devoto y defensor del dogma de la Inmaculada, vela sobre el Barribalto y todo nuestro pueblo; deberemos buscar un alma joven, que resplandezca con la blancura de la cal con la que manchaban sus manos aquellos caleros que trajeron su bendita devoción a Rute.

Ahora bien… No nos olvidemos que la Virgen Santísima nos pide continuamente que estemos limpios de todo egoísmo y soberbia, que nuestra vida y trabajo estén libres de corrupción y de injusticia; que como cofrades, esto es, como auténticos hermanos e hijos de una misma Madre, juguemos limpio en medio de esta sociedad competitiva, y estemos siempre dispuestos a ayudar a los demás.

Que Ella, abogada y Reina de nuestros corazones, Virgen y Señora de cara morena y corazón blanco inmaculado, ruegue por nosotros para que Dios nos guarde limpios de todo pecado y nos conceda vivir y morir en su gracia.

Dios te salve, Morenita hermosa,

Dios te salve luna, Dios te salve sol,

Dios te salve hermosa vidriera

donde resplandecen los rayos del sol.

Decid con fervor:

viva, viva nuestra Morenita

y vivamos todos en gracia de Dios.
By.- R,C



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