jueves, 28 de marzo de 2019

Mensaje de Cuaresma 2019.

«Convertíos y creed en el Evangelio». Esta es la invitación de Jesús al inicio de su actividad misionera, que la reforma litúrgica ha recuperado para el rito de la imposición de la ceniza al principio de la Cuaresma.

La Cuaresma es el tiempo que la Iglesia nos propone para renovar nuestra adhesión a Jesucristo. La Palabra de Dios y las prácticas penitenciales nos ayudan a redescubrir lo que es realmente importante en nuestra vida y a rehacer nuestro esquema de valores. Es un tiempo maravilloso para volver a empezar, para dejar atrás todo lo que hemos ido incorporando en nuestra vida y que, no solo no nos ayuda, sino que nos dificulta el camino.

La Cuaresma es un buen tiempo para revisar nuestra vida interior. Un tiempo para volver a dejar que Dios ocupe el centro de nuestra vida y poder experimentar cómo esto nos ayuda a recuperar el tono vital. Esa será nuestra gran conversión, el gran cambio de orientación en nuestra vida. Es también un tiempo para ponernos en contacto con la Palabra de Dios, para abrirnos al acompañamiento espiritual que posibilita que nos demos cuenta de cómo estamos realmente, de lo que nos ayuda y de qué deberíamos hacer para recuperar el tono vital interior.

La Iglesia nos propone tres actitudes fundamentales para poder hacer este ejercicio de transformación interior: la oración, el ayuno y la limosna.

El ayuno nos ayuda a reflexionar y a valorar lo que tenemos de balde, como caído del cielo. Lo esencial del ayuno es ser capaz de no ser esclavo de aquello que nos aparta de Dios. El ayuno nos hace caer en la cuenta de cómo las imágenes, los objetos y las sensaciones que nos rodean reclaman nuestra atención constantemente y nos distraen. Ayuna del reenvío de mensajes controvertidos en las redes sociales. Hagamos que este año sea un verdadero tiempo de fraternidad. Hagamos ayuno de luchas innecesarias que nos llenan de rencor y nos dejan vacíos. Ayunemos de aquellas conversaciones que ya sabemos previamente que no llevan a nada positivo y que pueden perjudicar nuestra relación. Ayudémonos a cambiar de tema cuando alguno de nosotros comience. Ayunemos de todo aquello que pueda crear división. La Cuaresma es un tiempo ideal para redescubrir todo lo que nos une y tenemos en común.

Incorporemos también la limosna en nuestra vida, como actitud que nos acerque a Jesucristo. Seamos generosos con nuestros hermanos más pobres.

Conviene que estemos atentos a tantas personas que necesitan ser atendidas material y espiritualmente. Pero también tenemos cerca personas que necesitan simplemente compañía, cariño, afecto... Personas que necesitan que se las escuche, y que les ofrezcamos la limosna de nuestro tiempo.

Yo os invitaría a concretar esto haciendo lo siguiente: privémonos un rato de la televisión, de internet, del móvil o de estar chismorreando, y pasemos ese rato visitando y pasando un rato con un anciano, con un enfermo, o con una persona que está sola, y recemos con ella. Será una maravillosa forma de prepararnos para celebrar la Pascua.

Hermanos, que la Cuaresma de este año sea un tiempo de gracia especial para todos nosotros. Sólo son cuarenta. ¿Creéis que es posible? Pidamos, sin miedo, ayuda a Dios.
By.- R,C

No hay comentarios:

Publicar un comentario