lunes, 15 de abril de 2013

La Romería de la Virgen de la Cabeza hace IV siglos.



R u t e
ROMERÍA de la VIRGEN DE LA CABEZA, HACE IV SIGLOS

Todavía no había empezado a amanecer aquel viernes 23 de Abril del año de gracia de 1.698 cuando en la pequeña Ermita de la Virgen de la Cabeza sale un grupo de devotos; son los “Hermanos de Andújar” que ese año asistirán a la romería del último domingo de Abril en el Santuario del cerro Cabezo. De entre la treintena de personas que han oído la misa del alba, con la que los romeros se despiden, hasta su vuelta, de la Virgen de la Cabeza, poco más de media docena son los que se desplazaran, los demás son familiares (esposas e hijos) que han ido a despedirlos, y algunos miembros de la cofradía que ese año, por uno u otro motivo, no pueden acudir al santuario, aunque no han querido dejar de acompañar en la misa de romeros a los que van a representar a la cofradía ruteña en los actos oficiales que la cofradía Matriz organiza anualmente en honor de la Reina de Sierra Morena.

Abrigados con trajes y capas de buen paño y grandes sombreros para guardarse tanto del sol de aquel Abril que llegaba a su ocaso como del frío de sus noches, suben en sendas cabalgaduras hasta ocho hombres. Sobre sus pechos lucen anchas bandas de damasco rojo con galones dorados como distintivo cofrade; dos de ellos además, portan las banderas de la cofradía que la tarde anterior han paseado llenos de orgullo por todo el pueblo en el acto de invitación de banderas entonces prolegómenos de las fiestas. Los preside, portando pesado y rico báculo de plata, su hermano mayor D. Antonio Garrido, que se encuentra en la plenitud de su vida y henchido de fervor mariano. Empieza a clarear el día cuando la comitiva se pone en marcha hacia la Molina, para tomar el camino de Carcabuey. Pronto dejan atrás los riscos de Ruteviejo, tantas veces protagonistas y testigos de nuestra historia; después la huerta de los Linares y a poco y a la izquierda del camino los cortijos de Palomares y Las Piedras, con lo que salen del término municipal de Rute para entrar en el de Priego. A media mañana, detrás de un recodo del camino aparece sobre un elevado cerro el castillo de Carcabuey, algún romero se santigua en reverencia a la Virgen, tan querida por los alcobitenses, que por tener su capilla en el interior de la antigua fortaleza árabe se llama Del Castillo. Dejan este pueblo a su izquierda para coger el camino de Cabra a Priego y en poco más de una hora entrar en el Palenque, tiempo ha, lugar de justas y torneos, y ese día como otros años, punto de cita con el tamborilero que les acompañara a la romería. También les aguarda la cofradía de Iznajar, que ha llegado subiendo el arroyo de Priego, el Higueral y las Lagunillas. Las dos cofradías juntas harán mejor y más seguro el peregrinaje. Después de los saludos de rigor que celebran con buenos “trinques” de aguardiente de uvas que el hermano mayor y algún cofrade mas llevan en garrafitas de vidrio enfundadas en fino esparto, para guardarlo de los rayos del sol, cogen la salida del pueblo, por las “angosturas” y pronto están en el Puente San Juan. Las lluvias de la primavera han sido abundantes ese año y los ríos Salado y Víboras en su confluencia traen más agua que otros años. Aprietan el paso el paso de los animales y dejando a su derecha Fuente Tójar, a poco entran en la provincia de Jaén por Alcaudete. Antes de llegar al pueblo, descansan para “tomar un bocado”  mientras los animales pastan en la fresca hierba del chorraedero. El nombre del paraje, sin duda, les trae recuerdos a los ruteños, quizás por eso sea lugar escogido para descansar y reponer fuerzas, aunque para ello tengan que tomar parte de la tarde.

Después de un merecido descanso, el camino por tierras jiennenses lo hacen más aprisa. Les urge llegar antes de que se eche la noche encima a alguna venta de las inmediaciones de Martos o de Torredonjimeno; allí, al amor de la lumbre, descansaran mejor y repondrán fuerzas para la segunda jornada romera. La ruta que han escogido quizás no sea la más cómoda, pero si la más segura. Ir por rutas principales supone un mayor riesgo de salteadores, sobre todo si entran en el camino real de Cádiz-Sevilla a Madrid, siempre vigilado por facinerosos pendientes de los envíos de plata procedentes de las Indias Occidentales. Ello obligara a Don Carlos III a crear medio centenar de pueblos y aldeas a lo largo de esa ruta, pero hasta que Don Pablo de Olavide no concluyera dicha obra en 1771, era preferible estos caminos quizás más tortuosos, pero mas tranquilos. Antes de que empiece a clarear la mañana del sábado, los romeros se ponen de nuevo en marcha para estar a media mañana en Arjona. Allí –en la que apenas dos siglos más tarde conseguiría el titulo de ciudad y cuatro siglos antes viera la luz Aben-Alhamar, el rey que concibió la idea de reunir en uno solo a todos los reinos de Taifas- se toman un pequeño refrigerio y dan descanso a los animales para reemprender pronto la marcha que no terminara sino a media tarde y ante el puente romano de Andújar, donde les recibe la Cofradía Matriz que les da la bienvenida a la Romería de la Virgen de la Cabeza.

Andújar es ya un hervidero de romeros, más de medio centenar de cofradías se dan cita en la antigua ciudad y sede episcopal de Iliturgi. Desde allí acompañados por la cofradía Matriz y el Cabildo Civil y Eclesiástico suben al cerro del Cabezo para saludar a la Señora. Nada mas llegar apenas sin darse tiempo para sacudirse el polvo del camino, van al Santuario a hacer la presentación de la Cofradía. Después se toman unas horas de asueto, hasta que con la nueva aurora vuelven al Santuario a oír la misa de la cofradía de Rute, de acuerdo con el orden de antigüedad que ocupan, que es el dieciséis. Mientras tanto, siguen llegando al Santuario peregrinos de todos los rincones de nuestra geografía que se apiñan a su puertas para dar gracias a la Señora por los favores recibidos; familias enteras que no han sufrido los estragos de la ultima epidemia de peste, soldados de los tercios viejos que pueden contar los reveses de las tres últimas guerras con Francia, bachilleres de Granada que han conseguido una congrua para seguir sus estudios, etc. Todo ello hace que la romería cobre un gran renombre, merecedora de que Don Miguel de Cervantes en su obra póstuma “Los trabajos de Persiles y Seguismunda” la describiera como “Una  de las fiestas que en todo lo descubierto de la tierra se celebra como tal”, con lo que se gano, con toda justicia, ser el primer cronista de esta multisecular romería, a la que tampoco quiso ser ajeno su eterno rival literario Lope de Vega, que dejo su devoción por la Virgen de la Cabeza, en estos versos.-


La Virgen de la Cabeza
¡Quien como Ella ¡
Hizo gloria aquesta tierra.
¡Quien como Ella!
Tiene la frente de perlas
¡Quien como Ella!
Y de oro fino las hebras.
¡Quien como Ella!

Todo ello –por contemporáneo-, es tema de conversación cofrade de aquellas horas en vela, alimentado ¡cómo no! por la cofradía Matriz que, con orgullo, lo aprovecha para propagar la devoción a tan excelsa Señora. Los cofrades ruteños se suman a la tertulia relatando emocionados la tradición oral que han recibido de los primeros paisanos devotos que se acercaron a la romería un siglo antes, en que presenciaron la conversión del príncipe Muley Xeque, hijo del Rey de Marruecos, hecho que aconteció en la romería de 1.593, y que tanto ayudo a extender la advocación de la Soberana de Sierra Morena. Los hermanos de Iznajar, no dejaran de referir tampoco los roces que tienen con los devotos de la Virgen de la Piedad, sobre todo por el lugar que cada cofradía debía de ocupar en la procesión del Corpus, que en alguna ocasión les llevo a plantear el conflicto ante el provisor del Obispado de Córdoba. Con estos y otros temas les sorprende el nuevo día.

A media mañana las campanas del Santuario comunican a los romeros que la Virgen va a salir a visitar tan encantadores parajes. Sobre sencillas y fuertes andas de plata, que portan una docena de clérigos astigitanos, sale protegida por una sencilla urna la Virgen de la Cabeza rodeada de banderas de las distintas cofradías, momentos en los que surge una autentica pugna por parte de los abanderados de situar su insignia lo más cercana posible a la Señora.

Terminada la procesión los romeros enjaezan sus cabalgaduras y retornan a sus puntos de origen. Los ruteños bajaran la sierra hasta el río Jándula donde almorzaran al amparo de sus gratificantes aguas. Después, a retornar a nuestro pueblo, cosa que hacen el martes por la tarde, por el mismo camino que cinco días antes salieron, yendo a recibirlos familiares, amigos y cofrades y sobre todo, una multitud de chiquillería en demanda de los “pitos” de Andújar, que los romeros previamente han comprado, algunos incluso por cuartillas y medias fanegas, con lo que prodigan su distribución que hacen “a pelón”. Una vez de nuevo en la Ermita y ante la Virgen, rezan una salve en acción de gracias, con lo que se dan por iniciadas las fiestas del año que continuaran el sábado siguiente, con la salida de la aurora, que durara los meses de mayo, junio y julio.

                                                               -  Fin  -

Manuel García Iturriaga.

Artículo publicado en “El Canuto”, Año 1.999.

 Bibliografía y fuentes consultadas.-
-Archivo parroquial de San Francisco de Asís
-Carlos Torres Laguna, Historia de la ciudad de Andújar y de su patrona, la virgen de la Cabeza.

-Manuel García Iturriaga, Historia de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Rute.

-Manuel García Iturriaga, Apogeo y crisis de la Cofradía de la virgen de la Cabeza en el siglo XVIII. Revista Morenita 1996.

-Serafín Elena García, Ntra. Sra. de la antigua y Piedad.

-La Virgen de la Cabeza en la literatura del siglo de oro. Revista Morenita, año 1987.

Material localizado por.- Mariano Ruiz

Montado en el blog.- Antonio Arcos

                                         

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