martes, 16 de abril de 2013

Loco y rico calendario.

Los días vuelan. Sí, me ocurre todos los años. Es descolgarse marzo del almanaque y parece que nos metemos de lleno en una carrera de fórmula uno donde el tiempo se precipita y parece que no nos da tiempo a nada. Me refiero concretamente al tema de la Romería.

Se aceleran los preparativos, el Ayuntamiento toca a arrebato, los trinitarios del Santuario van finalizando la urdimbre para que como marca la tradición el último fin de semana de este mes el lugar sea faro de devoción, de encuentro festivo y renovador y altar transformador de espíritus y emociones. Todas las peñas entran en un carrusel de frenesí, la Cofradía ultima todo, los responsables del Parque Natural acaban la puesta en escena de ese otro santuario, que es el natural por el que transcurren los caminos romeros hasta el Santuario del Cabezo. En los hogares hay una especial agitación y todas la estancias, y en toda su intendencia, se ponen en cierto modo patas arriba; que si trajes de corto o vestidos de volantes, que se traen del tinte, si no de la tienda, sombreros, zapatos, votos, complementos, la ropa de los niños,…. Por cierto todos los años hay una callada y sana competencia entre las tiendas  esporádicas o permanentes de trajes de volantes por contar con las novedades más deslumbrantes de ese peculiar panorama de la moda flamenca. Se sea fémina o no, romero o no, es una interesante experiencia darse una vuelta por los escaparates de estos comercios que apabullan con esa magia de vestidos que a cualquier mujer convierten en ninfa. Ensayos de banda música,  y esos otros de los niños y jóvenes que  se presentan al concurso de sevillanas.

 Nuevos discos con sentimientos y emociones que nos pellizcan el alma junto a esas canciones ya clásicas que son médula romera. Los colegios viven también su peculiar romería escolar. Medallas que se sacan del cajón, insignias y pins de sombrero o solapa que se vuelven a poner en valor o se renuevan. Carteles, pórtico, revistas,… Por otro lado los negocios  tratan de responder al envite. En este sentido es propio de nuestros pagos esas ofertas de lotes romeros donde la bebida y la comida, especialmente la chacinera tienen su peculiar protagonismo (se me viene a la mente esa canción de la carreta de Pepe López). Por cierto, la Plaza de Abastos parece que toma más color y se agita con extraordinaria alegría. Los camiones de los almacenes de bebida tratan de esquivar a nuestros policías locales, expertos en aparecer de la nada, para descargar, con su ruido característico de cajas de botellas y barriles cerveceros la demanda esperanzada de los baristas. Todo un universo peculiar, con ritos y símbolos que nos inundan un sentimiento de identidad; a veces nos desbordan, pero siempre nos sacan a la luz.
By.- A,A Fuente.- Alfredo Ybarra

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