El verano es un tiempo para la desnudez, o sea, para el descubrimiento. Nos desviste y a la vez hace que en nuestro universo se abran muchos diques de contención que el resto del año tenemos bien atrancados. En verano se abren muchos cortinones que no nos dejan ver lo que deberíamos estar viendo constantemente como pauta de un sentido vital más amplio y cadencioso. En esa minuta estival hay unos puntos álgidos de revelaciones. Es el caso de la lluvia de estrellas. Cada año, desde finales de julio y durante prácticamente todo agosto, pero especialmente en los días centrales de este mes, la tierra atraviesa una nube de polvo estelar y el cielo se llena de meteoros. Es todo un festival de estrellas fugaces, que se conoce como las perseidas, que va alcanzar su máxima actividad durante las noches de hoy domingo y hasta el próximo jueves, fechas en las que se espera que haya hasta entre 80 y 200 estrellas fugaces por hora. Es el momento en que la Tierra cruza la órbita del cometa Swift-Tuttle. Cada vez que su trayectoria lo lleva cerca del Sol, este objeto celeste de cerca de veintisiete kilómetros de diámetro siembra su órbita de residuos desprendidos por el viento solar. Cuando la tierra pasa por esta zona, las partículas suspendidas se ponen incandescentes por la fricción al entrar en la atmósfera a más de 200.000 Kilómetros por hora y producen las estrellas fugaces. Aunque pueden entrar por una vasta zona del cielo, suelen apuntar hacia un punto en él, el llamado radiante, situado en la constelación de Perseo. De ahí el nombre de Perseidas. Esta lluvia de estrellas también recibe el nombre popular de Lágrimas de San Lorenzo a causa de la proximidad de este evento con la festividad del mártir del mismo nombre. Y si queremos observarlas bien, el mejor momento será de hoy hasta el martes, a partir de las cinco de la madrugada, cuando la luna se pondrá tras el horizonte, un poco más de dos horas antes del amanecer. Y como cualquier hecho celestial, y sobre todo los que estaban fuera de lo normal, el ser humano a lo largo de la historia los ha interrelacionado con su vida espiritual, y con la religión. De hecho, los grandes hitos religiosos se han conexionado con la espiritualidad natural (los periodos lunares, y en general todos los grandes fenómenos cíclicos de la naturaleza). Sea así o no en el caso que nos ocupa, la llamada
Aparición de la Virgen de la Cabeza se sitúa en la noche del once al doce de agosto, que hoy se celebra en el Santuario y Basílica Menor consagrados a esta advocación en la Sierra de Andújar. Una efeméride que comenzó a celebrarse en el último tercio del siglo pasado y que hoy congrega a gran cantidad de cofradías y a miles de asistentes.
Especulemos un poco. San Pablo conoció la religión del mitraísmo, que se practicaba en Tarso y que en parte y en un momento determinado Roma adopta. Para los creyentes, Mitra y Perseo eran una misma entidad divina que tenía entre otras facultades la de enviar almas a la Tierra para morar en el cuerpo de cada ser humano desde su concepción hasta la muerte. El filósofo Porfirio, que como otros neoplatónicos influyó tanto en san Agustín, narra en 'La cueva de las ninfas' el viaje de las almas a la Tierra, lo que denomina 'génesis' y a Perseo 'Señor del génesis'. Por ese relato uno puede imaginarse la admiración que sentirían los fieles de Mitra al ver la confirmación del mito del alma cuando observaban la lluvia de estrellas procedente de Perseo. Los fieles de Mitra, además de creer en el alma, observaban otros dogmas y liturgias como la muerte y resurrección de dios, el bautismo con agua, comulgaban con pan y vino y celebraban la Natividad el 25 de diciembre. El cristianismo, como todas las religiones contienen préstamos de diverso tipo de otras creencias, es el sincretismo. La base de nuestra devoción mariana, centrada en la baja Edad Media, proviene especialmente de la cristiandad oriental que a su vez 'bebe' en las fuentes de la 'diosa madre' y que se va mezclando con los de los pueblos cristianizados. Con la conquista cristiana de la España musulmana la Virgen (Virgo también es una constelación zodiacal) es un elemento diferenciador que se implanta con gran acogida por el pueblo, con especial relevancia de los santuarios dedicados a María, como es el caso de la Virgen de la Cabeza. La Iglesia une a María con las estrellas. Ella es la gran estrella que evoca la aurora naciente, es el faro y guía de los creyentes. La representamos sobre una media luna culminada en dos estrellas, la rodeamos de estrellas en su iconografía,....
Hoy conmemoramos el encuentro milagroso, en una noche como la de hoy de 1227, allende de las riberas del Jándula, en los riscos altos de la serranía, de una imagen de María que con el nombre de la Cabeza conformaría una de las devociones y romerías más universales que se conocen. Hoy para quien lo desee, para quien sepa desvestirse, el milagro se fraguará cuando la imagen de la Morenita sea el altar donde las estrellas que surquen la mirada se anclen en la profundidad de nuestros anhelos.
By.- A,A Fuente.- Alfredo Ybarra
