Y ponemos el broche final a este Año con la mirada puesta en aquel que es nuestra gran esperanza, nuestro principio y el fin hacia el cual nos encaminamos, y que no es otro que Cristo crucificado, Señor de todos y de todos. Fijaos que digo que tenemos la mirada puesta en Cristo crucificado, no en Cristo Rey.
Y es que el trono de Jesucristo es la cruz. Porque es en la cruz donde se muestra la verdadera realeza y el poder de Jesucristo, quien no los emplea para su propio provecho, sino que los pone al servicio para los demás. Jesucristo nos ha mostrado que la verdadera autoridad está al servicio del prójimo. Por eso Jesucristo, en la cruz, es el Rey del universo, porque desde la cruz está sirviendo a todos, ofreciendo su vida como rescate por nuestra salvación.
Haciendo un repaso rápido por las lecturas que escucharemos mañana, podremos entender mejor la fiesta que celebramos. El significado de rey en el Antiguo Testamento, como pastor y guía del pueblo, es figura de Cristo, quien, como nos dice San Pablo, es Rey y Señor de todas las cosas. Pero este señorío de Cristo pasa por el árbol de la cruz, pasa por la pasión y la muerte, desde donde redime a la humanidad entera.
Por eso, Jesucristo, aunque pertenece a la casa de David, no es un rey como lo pudo llegar a ser el gran rey de Israel. No. Jesucristo es un Rey distinto a todos los demás. Él no tiene un territorio sobre el que ejercer su dominio, no tiene un trono sobre el que sentarse, no tiene una constitución llena de normas… El reinado de Jesucristo es muy distinto, pues Jesucristo reina sobre todo en el corazón de los creyentes que le han seguido, le seguimos y le seguirán a lo largo de todos los siglos. Su trono, como os decía antes, es una cruz, desde la que reina colgado y desde la que sigue ofreciendo su salvación a todos. Y su ley es el mandamiento del amor.
Es verdad, para que negarlo, que hoy muchos se niegan a reconocer a Jesucristo como Rey. Eso ha pasado siempre, y, lamentablemente, seguirá pasando. El mismo evangelio nos muestra como muchos se le estaban riendo en la cara mientras agonizaba en la cruz, y con muy mala idea le decían que se salvara a sí mismo... Aquella tentación de auto-salvarse que le hacían a Jesús al pie de la cruz es la misma que se hace el hombre de hoy a sí mismo algunas veces, cuando cae en el orgullo y la autosuficiencia, pues un falso optimismo por los logros de la ciencia, la técnica y el progreso humano impide a muchos reconocer su necesidad de Dios.
Pero fijaos en una cosa…. Y es que las únicas palabras que se han escrito sobre Jesús en vida han sido las del letrero de la cruz. Y esas palabras son muy cortas, muy breves… Pero muy claras y explícitas: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.
Que Santa María bajo su advocación de la Cabeza, la Reina Madre, nos ayude a todos, para que a través del amor, el servicio y la alegría, irradiemos a los que nos rodean la esperanza en el reino glorioso prometido por Jesús, donde Dios sea todo para todos; porque Cristo es el único que tiene una respuesta clara para los grandes enigmas de la humanidad.
By.- R,C
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