Este tiempo de Adviento en el que
estamos inmersos, y en medio del cual celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción
de la Santísima Virgen
María, me hace pensar en una tradición tan ruteña como es el canto de la Aurora.
Y es que María Santísima es esa
Aurora del Sol de justicia, Jesucristo, el Señor, que viene a salvarnos. Ella
es la primera luz del día que va disipando la oscuridad de la noche y anuncia
que el día ya está llegando.
Su Concepción Inmaculada es
también un aviso de que la oscuridad y la tiniebla en la que nos sumerge el
pecado están retrocediendo y son vencidas por la luz resplandeciente de la
gracia del Señor Jesucristo.
Por eso, hoy la veneramos de un
modo especial, y le cantamos al son de la melodía de la aurora:
Tú eres clara cual
hermosa luna
y resplandeciente
mucho más que el sol,
como tú no ha nacido
ninguna
ni el Omnipotente
otra igual creó.
Por eso ordenó,
que a tus plantas
Soberana Reina,
te rinda obediencia
cuanto Dios creó.
Hoy, nuestros pensamientos se
tiñen de azul y de blanco. El azul del cielo donde Ella tiene su trono, desde
el cual desciende para vernos, posando aquí sus virginales huellas; ese cielo
limpio, sin nubes… Como limpia ha de ser nuestra vida, sin los negros
nubarrones del pecado que afean la belleza que Dios quiere que resplandezca en
nuestras almas. Y el blanco de la pureza, de la limpieza de corazón, de un
decir sinceramente al Señor Dios Altísimo “Hágase en mi según tu palabra”. El
blanco bautismal que deberíamos mantener siempre intacto con nuestro modo de
vida, un modo de vida que en todo momento debe estar acorde con el Evangelio.
Pero si manchamos ese blanco, recordemos que…
Cuando
alguna desgracia tengamos
con
la confianza podremos decir,
Madre
mía, venid en mi amparo
que
sin vuestro auxilio ¡qué será de mí!
Y
al punto advertí,
como
aquella divina paloma,
que
a fuerza y confianza pudo resistir.
Así pues, si de verdad queremos
ser devotos de la Reina Santísima
de cielos y tierra, la cual, entre otros muchos lugares de nuestra vieja piel
de toro, España, ha puesto su morada en la cumbre del Cerro del Cabezo -porque…
En
la cumbre de Sierra morena,
que
dicha tan grande tuvo aquel pastor,
que
al sonido de una campanilla
se
le ha aparecido la Madre
de Dios.
Y Ésta
así le habló:
Vete
a Andujar y diles que hagan
en
mi nombre un templo de veneración.
-y en su casa del Llano, desde la
cual, junto a San Francisco de Asís, gran devoto y defensor del dogma de la Inmaculada, vela sobre
el Barribalto y todo nuestro pueblo; deberemos buscar un alma joven, que
resplandezca con la blancura de la cal con la que manchaban sus manos aquellos
caleros que trajeron su bendita devoción a Rute.
Ahora bien… No nos olvidemos que la Virgen Santísima nos pide
continuamente que estemos limpios de todo egoísmo y soberbia, que nuestra vida
y trabajo estén libres de corrupción y de injusticia; que como cofrades, esto
es, como auténticos hermanos e hijos de una misma Madre, juguemos limpio en
medio de esta sociedad competitiva, y estemos siempre dispuestos a ayudar a los
demás.
Que Ella, abogada y Reina de
nuestros corazones, Virgen y Señora de cara morena y corazón blanco inmaculado,
ruegue por nosotros para que Dios nos guarde limpios de todo pecado y nos
conceda vivir y morir en su gracia.
Dios
te salve, Morenita hermosa,
Dios
te salve luna, Dios te salve sol,
Dios
te salve hermosa vidriera
donde
resplandecen los rayos del sol.
Decid
con fervor:
viva,
viva nuestra Morenita
y
vivamos todos en gracia de Dios.
By.- R,C
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