Un año más, nuestra Parroquia de San Francisco de Asís, se dispone a celebrar su “Octava del Corpus”; es por ello, por lo que vamos a desarrollar en el presente artículo un acercamiento al sentido propio de ésta celebración eucarística.
La tradición de celebrar la “Octava” de determinadas fiestas, la toma la Iglesia de la tradición del pueblo judío de celebrar por ocho días consecutivos sus más importantes celebraciones.
Acontecimientos como la Pascua hebrea (la más importante de las fiestas del calendario de Israel), la “Hannukah” (establecida en la época de los Macabeos tras la segunda reedificación del Templo de Jerusalén), o la del “Sukkot” o “Fiesta de los Tabernáculos”; se prolongaban (y aún hoy se sigue haciendo), por espacio de ocho jornadas, como si fuese un único día.
La liturgia de la Iglesia, influenciada por sus orígenes en torno al culto del Templo de Jerusalén, comenzó a celebrar por el mismo espacio de tiempo sus solemnidades más importantes, principiando por la Pascua de Resurrección y algo más tarde, añadió la de la Natividad del Señor.
A su vez, y con el desarrollo de los formularios litúrgicos, se añadieron otras “Octavas”, como las de Pentecostés y la del Corpus Christi. En concreto, la que es objeto del presente estudio (la “eucarística”, posterior al Jueves del Corpus); fue establecida por el Papa Juan XXII en el año 1316. Sí, como sabemos, la Solemnidad del Corpus Christi fue instituida por el Papa Urbano IV en 1264, su prolongación durante la “Octava”, es fijada varias décadas después de que la Iglesia comenzase a tributar un culto solemne de adoración y exclusivo al adorable misterio del Santísimo Sacramento.
El poder desarrollar durante estos días señalados un único culto de adoración a Jesús Eucaristía, posibilitó que en las ciudades o localidades donde hubiese más de una Iglesia –o incluso, varias sedes parroquiales-; no se celebrasen simultáneamente las Funciones Eucarísticas, sino que por ser una Fiesta con ocho días de adoración, y dado que la piedad eucarística de los fieles era muy notoria; pudiese hacerse un calendario para que en aquellas sedes parroquiales que lo deseasen, tuviesen una celebración propia del Augusto Sacramento, a la que acudiese el pueblo de Dios o la porción propia de la respectiva feligresía, a rendir homenaje de amor y adoración al Soberano Señor Sacramentado.
Es así, como tras el establecimiento en 1889 de la nueva Parroquia titulada de “San Francisco de Asís”, en la ex Iglesia conventual de Nuestra Señora de la Cabeza de la Villa de Rute; la nueva feligresía comenzase a celebrar su Fiesta eucarística en los días de la Octava (reservando el jueves propio para la Iglesia Parroquial de Santa Catalina) y que perduró hasta principios de los años 70 del pasado siglo.
Si bien, las Octavas de Pentecostés y del Corpus fueron suprimidas del Calendario litúrgico en la reforma posterior al Concilio Vaticano II, dada la intensa piedad eucarística de España y otras naciones; hondamente arraigada en el sentir de los fieles y, por las circunstancias antes descritas de coincidir varias Parroquias en la misma población; siguió haciéndose uso de ésta tradición secular en el seno de la Iglesia Católica (que como hemos mencionado, se mantuvo de manera oficial durante unos 650 años). Aún hoy, y con sola hacer un acercamiento a numerosas localidades españolas, americanas y de otras latitudes; la celebración de la “Octava del Corpus”, se ha mantenido como una señal de piedad eucarística, aún contando con la frialdad que en muchos ámbitos eclesiales y como mala costumbre, se percibió en los años posteriores al Concilio Vaticano II.
Afortunadamente y dado al impulso de la devoción y adoración dados sucesivamente y en sus Pontificados, por los Papas San Juan Pablo II y Benedicto XVI (y que lo dejaron plasmado en sus encíclicas “Ecclessia de Eucharistia” – con ocasión del Año de la Eucaristía en 2003- y la Carta Apostólica “Mane nobiscum Domine”); en las que se alentaba a volver a retomar como fuente de santidad, la adoración al Santísimo Sacramento valiéndose de las formas tradicionales, y de nuevas maneras que pudiese suscitar el Espíritu Santo.
La ocasión de la celebración de los 125 años de la erección canónica de la Parroquia de San Francisco de Asís en 2014, sirvió para que volviese a celebrarse la procesión de la Octava del Corpus, y que tras el lapsus de 2015, desde el año siguiente y hasta el presente, se ha venido celebrando. La concesión del carácter de HERMANDAD SACRAMENTAL en 2019 a la Antigua Cofradía de María Santísima de la Cabeza Coronada, y la inclusión en sus Estatutos de la celebración de cultos eucarísticos mensuales y anuales; hace que la pervivencia de nuestra Octava del Corpus quede asegurada por el buen hacer de los cofrades, al que se une el sentir de toda la feligresía.
Prueba de tal arraigo es que ni siquiera en los dos pasados años (2020 y 2021), en que por las normativas impuestas por la epidemia del Covid 19; no pudo hacerse la procesión externa por las calles habituales, si se han celebrado los cultos y procesiones claustrales interiores, así como la Solemnísima Función del domingo de la Octava del Corpus. Si a ello le sumamos que desde el primer día del confinamiento, y con la imagen de la Santísima Virgen de la Cabeza en rogativas, colocada fuera de su camarín; durante cuatro meses consecutivos se expuso diariamente el Santísimo Sacramento en el Altar Mayor, los dos Sagrados Titulares de nuestra Antigua y Real Hermandad Sacramental, no dejaron de recibir en ningún momento el culto y consideración que se merecen. El hecho de que en nuestra Diócesis de Córdoba, se permitiese el culto en las Iglesias (que nunca negó la normativa y legislación gubernamental vigentes de aquellos aciagos momentos del estado de alarma nacional, y por tanto estaba permitido); propició que diariamente, cuantos fieles quisieron acercarse a nuestra Iglesia Parroquial de San Francisco, pudiesen contemplar tan entrañable escena, así como orar y pedir en tan acuciante situación.
By.- El equipo de redacción.
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