Setecientos ochenta y dos años llenos de prodigios y maravillas, de encuentros y de generaciones que han venido a contemplar la pureza y la realeza de María.... setecientos ochenta y dos años desde que Juan Alonso, humilde servidor de un hacendado de Arjona, pastoreando su rebaño, pensativo y solitario halló en la cúspide de la colina, a tan celestial Reina.
El cielo, mudo y oscuro testigo de aquél descenso y caminar raudo del "enviado" de la Virgen para contar semejante prodigio, lloró emocionado y regaló, para las futuras hermandades que allí y al amparo de María peregrinarían al Cerro santo, las lágrimas de Lorenzo, el cual fue también profeta de su hijo Nuestro Señor.

Que incrédulo e insolente aquél que al escuchar la palabra de María en boca de tan humilde persona, dudó por un momento de la gran verdad que allí había acontecido.....Tuvo María Madre de Dios, que sanar el brazo de aquél que en la noche la había hallado, para que el rico y poderoso, junto con el jerarca de la Iglesia y demás autoridades se dignasen a subir al encuentro con la que desde un principio fue Reina de los profetas, aquellos que dieron su ser y espíritu para difundir la palabra de Dios.
El pueblo hambriento y ávido de nuevas ilusiones, fue raudo en propagar las bienaventuranzas de la Virgen por los contornos más cercanos a la ciudad de Andújar, y así con Juan, verdadero profeta mariano la noticia llegó a la cuna de aquél enviado del cielo, Colomera, la cual quiso compartir desde un principio, semejante honor y alabada gloria.
Y así corrió la noticia, como el mismo viento, pasando por las localidades de Arjona, Escañuela, la Torredonximeno, Martos, Alcaudete, El castillo de locubin, Alcalá la Real, deteniéndose aquel "elegido" y haciendo noche en la hoya de Frailes, para adentrarse desafiando las fronteras musulmanas que acuciaban todavia aquellos parajes, hasta pasar por Montillana, Benalúa de las villas y llegar por fín a Colomera.
He ahí la fuerza y el tesón del más sencillo de los hombres, de aquél que desde un principio creyó en semejante hallazgo y en la palabra de María. Aquél que fue bautizado en un día aspero del año de 1205 según dice la tradición más antigua de su pueblo, en la hermosa y bendita iglesia Mayor de la Encarnación, para mayor honra de sus paisanos, los mismos que a su vez le erigieron como divino intercesor e intermediario de oraciones.
Setecientos ochenta y dos años desde que el prodigio ocurriese en aquella Sierra morena de Andújar, en el monte más abrupto y alto de cuantos señorean su figura en el valle de aquél legendario Jándula, que es remanso de paz y como bien decía Cervantes en su Persiles, "el que le besa reverentemente las faldas".
Setecientos ochenta y dos años de amor hacia aquella que apareció en una noche mística de agosto, en el Cerro santo que llevó desde entonces.......el nombre de María.
"DE LA CABEZA".
He aquí la hermosa leyenda, que ha servido para hacer de nuestra fe, fuerte pilar que nos sostenga ante los avatares de la vida. Por todos vosotros y en homenaje a nuestros mayores.
By.- Pablo Mondéjar (Andújar)