Hoy es un día en el que ninguno de nosotros debemos dejar de pasar por la iglesia para felicitar a nuestra Santísima Madre, la Virgen María, ya que mañana, 8 de septiembre, la Iglesia celebra la fiesta de su nacimiento. ¡HOY ES SU CUMPLEAÑOS!
Hoy es el día en el que se celebra a las tradicionalmente llamadas “Vírgenes aparecidas”, es decir, aquellas imágenes de María que se encontraron en circunstancias poco claras. Cierto que la tradición nos ofrece como fecha de la aparición de la Virgen de la Cabeza la noche del 11 al 12 de agosto; pero... ¿Sabemos el día en el que se encontró en una casa de Rute la imagen que veneramos actualmente de María Santísima de la Cabeza Coronada?¿Sabemos el día en el que llegó a nuestro pueblo?¿Sabemos el día en el que fue terminada tan hermosa obra hecha por la mano del hombre, que no pudo sino ser guiada por la mano de Dios, para esculpir rostro tan bello y sereno?
Es verdad que a la Virgen la podemos felicitar y podemos rezarle desde cualquier lugar en el que nos hallemos. Pero si todo buen hijo, aprovecha esta fecha para llamar a su madre por teléfono y hablar con ella, visitarla, almorzar o cenar con ella... ¿Cómo nosotros, que nos decimos y nos llamamos devotos de María Santísima de la Cabeza Coronada no vamos a subir al Llano, entrar en la iglesia de San Francisco, y felicitar con toda la sinceridad de corazón a nuestra bienaventurada Madre?
Ella estará durante todo el día, como está durante todo el año, esperando nuestra visita, con la misma ilusión con la que nuestra madre, la mujer bendita que nos dio la vida para este mundo, estará en su día esperando que nos acordemos de ella.
¡Qué bonito sería que hoy participáramos todos en la Santa Misa! Si, como os decía antes, en el día de su cumpleaños visitamos a nuestras madres y almorzamos o cenamos con ellas...¡¿Cómo no vamos a juntarnos todos sus hijos, como hermanos, frente a su sagrada imagen, para participar del banquete que el Señor nos ofrece, y del que Ella es anfitriona desde su bendito camarín?! ¡¿Seremos capaces de no acordarnos ni tan siquiera de rezarle una sencilla avemaría en tan señalada fecha?!
Hoy es, pues, uno de esos días en los que nuestra devoción mariana se pone verdaderamente a prueba. Ya que este año, según me dicen, no hay verbena en su honor, hagámosle verbena desde nuestro corazón. Celebremos con alegría que tenemos una Madre en el cielo que nos cuida y nos protege, y que nos ha dado el mayor regalo, que es Jesucristo es el Señor. Toda fiesta que hagamos hoy para agasajarla, será poca.
¡Preparemos un buen almuerzo en casa! ¡Vistamos nuestras mesas de fiesta! ES EL CUMPLEAÑOS DE NUESTRA MADRE. Hagámosle también el regalo de nuestra vida... Y qué mejor regalo que el de ofrecerle nuestro corazón. Un corazón que Ella quiere limpio, puro, santo. Hoy es una gran ocasión para poder acercarnos al sacramento de la Penitencia, para confesarnos y pedirle perdón a Dios por todas aquellas cosas que hemos hecho mal y por las que hemos dejado de hacer bien. Tengamos presente que con cada pecado que cometemos, no solo ofendemos a Dios, sino que también ofendemos a la Santísima Virgen María. ¿Seremos capaces de ser tan soberbios y orgullosos, tan malos devotos que no tengamos la humildad de pedirle perdón en este día, reconciliarnos con Dios, y acercarnos a su mesa Santa?
Permitidme que termine estas letras, con las palabras que el gran maestro de las letras españolas, Lope de Vega, dedicó a María Santísima en el día de hoy, y que utiliza la Iglesia en España para el rezo de la Sagrada Liturgia:
Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Canten hoy, pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.
Digan, Señora, de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.
Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Y nosotros, que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también,
el corazón y las manos.
Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.
By.- R,C
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