
El siete de octubre es, desde el siglo XVI la fiesta de la Virgen del Rosario, la cual, se extiende como un manto de flores
a lo largo del mes de octubre, en el que se fomenta de un modo especial esta modo de oración. El Santo Rosario es una devoción muy antigua, que se remonta ya al siglo IX, cuando la piedad medieval de Occidente desarrolló la oración del Rosario en sustitución de la Liturgia de las Horas; supliendo así cada uno de los 150 salmos del salterio, por 150 avemarías.
Este nodo de oración que debe su popularidad al español Santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos, quien la promovió en sus predicaciones entre el pueblo, haciendo de esta devoción algo muy popular, generando la aparición de cofradías y grupos de devotos por todas partes. Hay que decir que esta devoción en el siglo XIV decayó; sin embargo, los dominicos siguieron fomentándola allí por donde iban.
Fue la batalla de Lepanto la que causó que la iglesia católica le diera una fiesta anual al rezo del rosario, ya que el papa Pío V atribuyó la victoria de los cristianos sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María mediante el rezo del rosario. La fiesta fue instituida el 7 de octubre. Primero se la llamó "Nuestra Señora de las Victorias", pero el papa Gregorio XIII la cambió por la fiesta de "Nuestra Señora del Rosario". Ya en este momento el Rosario tenía la forma actual que conocemos, de meditación de los misterios de la vida de Cristo y el rezo de un Padrenuestro, diez Avemarías y el Gloria en cada uno de ellos.
Esta oración, es una meditación de la vida de Jesucristo y de la Virgen María, que nos tiene que mover a conocer el amor de Jesucristo por nosotros y a unirnos a Él por intercesión de la Santísima Virgen María.
Son muchos los favores que el Señor ha concedido a lo largo de los siglos gracias a la oración del Santo Rosario a todos los pueblos. De hecho, desde la gente sencilla, que devotamente canta “quien quiera bendiciones, paz y alegría, rezar debe el Rosario todos los días” a los Papas, el Santo Rosario ocupa un lugar preferencial entre todas las devociones. Es más, los Papas recomiendan insistentemente el rezo del Santo Rosario entre los fieles, teniendo concedida Indulgencia plenaria siempre que se reza en grupo.
Por eso, no debemos dejar en ningún momento de rezar el Rosario. En las últimas apariciones de la Santísima Virgen reconocidas por la Iglesia, como son Lourdes y Fátima, la Madre de Dios ha pedido que se rece el Rosario. En el Ave de Fátima, haciendo versos el mensaje de la Virgen, decimos: “El Santo Rosario constantes rezad, y la paz al mundo el Señor dará”.
No es pues ninguna tontería rezar el Rosario. Muchos pueden considerarlo aburrido por el repetir las avemarías, pero… ¿Se cansan los enamorados de decirse “te quiero”?¿Se cansa una madre de darle besos a su hijo? El Rosario es un medio muy eficaz para acercarnos a la Virgen María, y de esta manera, acercarnos a su Divino Hijo y ser así buenos cristianos. Es uno de los mejores métodos para encender esas pequeñas brasas de fe casi apagadas que pueden quedar en el interior de nuestras almas, y cada avemaría, aunque la recemos sin ganas, puede ser como una hoja seca que caiga y prenda fuego, y así una tras otra… Y de este modo, encendernos totalmente en el amor a Dios.
Si nos decimos devotos de la Virgen, no podemos dejar de rezar el Rosario. Quien se niegue a rezar el Rosario, que no se engañe: no es buen devoto de la Virgen, sino un simple aficionado. El que de verdad ama a la Virgen, hace lo posible por parecerse a Ella y por cumplir lo que Ella quiere; y Ella misma, en sus apariciones ha manifestado que es su oración favorita; y la experiencia nos dice que es la oración por medio de la cual la Santísima Virgen ha alcanzado mayores favores a todos sus hijos.
¡Qué para rezarlo mal, prefiero no rezarlo!, puede decir alguno. Pues yo respondo: El peor Rosario es el que no se reza, y si te distraes, si te aburre, si lo consideras tedioso y una pérdida de tiempo, es buena señal, porque eso quiere decir que al demonio le molesta mucho esa oración. Siempre que rezando nos aburrimos, nos despistamos y parece que la cosa es estar perdiendo el tiempo es que el demonio nos tienta para que no lo hagamos; porque le molesta muchísimo que recemos, pues ninguna oración es ineficaz ante Dios; y si encima la hacemos por medio de la Virgen María, esa oración todavía es más efectiva. Y curiosamente, es en el Rosario donde más cuesta mantener la atención, y eso pasa a todos, incluso les ha pasado a los grandes santos.
Ojala este mes de Octubre, mes del Rosario, nos ayude a todos a recobrar esta oración tan popular y querida por la Santísima Virgen. Acudamos a la parroquia a rezarla diariamente. Recémosla también en familia, con los enfermos, con los amigos, mientras vamos caminando de paseo…. Hay mil formas y modos de rezarlo…. PERO RECÉMOSLO, pues es el decirle a la Virgen que la queremos, y pedirle el don de la salvación, ya que la saludamos con las mismas palabras que nos muestra el evangelio que le dirigieron el ángel y su prima Isabel (y recordemos que todas las palabras del Evangelio son Palabra de Dios, las mejores palabras que podemos decir, digamos lo que digamos, pues son palabras inigualables) y le pedimos que ruegue por todos nosotros a lo largo de toda nuestra vida y dé la cara por nosotros en el momento de morir.
Por eso, digamos con el pueblo sencillo y fiel:
VIVA LA VIRGEN MARÍA, VIVA EL ROSARIO, VIVA SANTO DOMINGO QUE LO HA FUNDADO, y rezando el Rosario, pero con perseverancia, tendremos y sentiremos un gran regalo: la sonrisa de la Madre de Dios.
By.- R,C