Parroquia de San Francisco de Asís de Rute..
miércoles, 5 de marzo de 2025
Cuaresma 2025.
Por eso las lecturas de hoy nos invitan a la conversión y nos dicen cuales deben ser los signos que acompañen nuestro cambio de corazón. Ahora bien, nosotros hemos de poner también de nuestra parte y no hacernos los remolones, dejando para otro momento la invitación que Dios nos hace a cambiar de corazón -a cambiar de corazón para bien, claro está-.
Vamos a fijar, pues, nuestros ojos en Jesucristo. Él tiene que ser el corazón de estos cuarenta días. Fijemos en Él nuestros ojos y encontrarnos con su mirada de amor, y lanzarnos a seguirle, recordando que el protagonista de este tiempo de Cuaresma no somos nosotros ni nuestros esfuerzos, sino que es Dios, la acción de Dios en nosotros, su Palabra que nos guía, su fuerza y su amor que se nos comunica en la Eucaristía y en los demás sacramentos... Y es que la Cuaresma no es un tiempo para hacer cosas «para Dios», sino para dejar que sea Dios quien las haga en nosotros, para dejar que sea Él quien nos convierta.
Rasguemos, pues, nuestro corazón, y no las vestiduras. Dejemos que Dios cree en nosotros un corazón puro, que nos renueve con espíritu firme, que nos devuelva la alegría de la salvación. Esta ha de ser nuestra principal actitud en este tiempo: la apertura a la acción gratuita de Dios que nos recrea el corazón y nos devuelve la alegría.
¿Y qué tenemos que hacer en Cuaresma?. Pues sobre todo, escuchar más y mejor la Palabra de Dios. La Cuaresma es un tiempo abundante de Palabra mirando a María, pues, como dijo Jesucristo: «Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen». Y la tenemos que escuchar especialmente los domingos, llegando puntales a Misa; y también sería bueno que en los días laborables participásemos de la Eucaristía.
La lectura de la Palabra de Dios nos ayudará a reconocernos pecadores, y a escuchar esa voz del Señor que nos llama a la conversión. Seguramente muchos tenéis en desuso el sacramento de la confesión. Pues bien, ahora, en la Cuaresma, es un tiempo bueno para retomarlo y no dejarlo, pues en la Pascua queremos ser personas nuevas, gentes que re-estrenan Bautismo; y esa novedad, sólo la da Jesucristo. Es el momento de acercarnos a la Penitencia, conocida también como el Segundo Bautismo.
Y es importante que tengamos presente que la Cuaresma es un tiempo de la Iglesia. No recorremos este camino solos, individualmente, sino que lo hacemos en comunión. Rezamos juntos, celebramos juntos, nos purificamos juntos, tenemos que abrirnos en amor a los demás.
Cojámonos de la mano de la Virgen María al emprender este camino; pidámosle que interceda por nosotros para que Dios, que no quiere la muerte del pecador, sino su arrepentimiento, escuche con bondad nuestras súplicas, y nos conceda, por medio de las prácticas cuaresmales, alcanzar el perdón de los pecados y emprender una nueva vida a imagen Cristo resucitado.
By.- R,C
miércoles, 14 de febrero de 2024
Cuaresma 2024.
Esta primera parte del ciclo pascual, o sea, la Cuaresma, es un tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo que nos hizo hijos e hijas de Dios; tiempo de reconciliación con Dios y con los hermanos. Para ello, la Palabra de Dios nos propone como medios para conseguir estos objetivos las armas de la penitencia cristiana, que son la oración, el ayuno y la limosna. Mediante estas armas, nos prepararemos con para llegar con un corazón limpio a la celebración del Misterio Pascual de Jesucristo.
La Cuaresma es, pues, un tiempo de gracia para dejarnos reconciliar con Dios; un tiempo de penitencia y de conversión en el que tenemos que rasgar los corazones, y no las vestiduras. Es decir, hacemos penitencia no para que nos vean los demás, sino para que nos vea Dios, que ve en lo escondido. De ahí, entre otras cosas, que en las procesiones penitenciales el nazareno o penitente lleve su rostro totalmente cubierto y no se le permita, en algunos lugares, vestir el hábito de su cofradía sin tapar su cara.
Oración: Hemos de aprovechar este tiempo. Visitar la iglesia con más frecuencia. Asistir a la Misa no solamente los domingos, sino aprovechar también algún día entre semana. Practicar el devoto ejercicio del Vía Crucis. Leer en casa el Evangelio y algún otro libro piadoso que nos ayude a edificarnos interiormente:
Limosna: Compartir con los demás. Compartir con el necesitado. Y no sólo compartir dinero –fruto también de nuestro ayuno y privación, que se trata de lo que no gastamos en comida o en otras cosas, lo demos para que otros tengan–, sino también nuestro tiempo, nuestras personas, acompañando a las personas que están solas, enfermas. A tantos ancianos que sufren la soledad; escuchando a tantas personas que se sienten un cero a la izquierda.
Ayuno: Privarnos de alimento, para compartirlo con el necesitado. Obedecer a la Iglesia en sus normas de no comer carne, aunque nos parezca una tontería; ya que la obediencia es la mayor de las penitencias que podemos hacer. Pero no quedarnos sólo en eso... Ayunemos de más cosas...
¿Y de qué ayunar? Pues por ejemplo, ayunar de juzgar a otros, descubriendo que Cristo también vive en ellos; ayunar de palabras hirientes, y diciendo a los demás palabras que les ayuden y conforten; ayunar de descontentos, y llenarnos de agradecimiento; ayunar de enfados y llenarnos de paciencia; ayunar de pesimismo, llenándonos de esperanza cristiana; ayunar de preocupaciones, para llenarnos de confianza en Dios; ayunar de amarguras, llenándonos de perdón y de optimismo; ayunar de danos importancia a nosotros mismos, llenándonos de atención a los demás... Mirad si podemos ayunar de cosas... Y ayunar de móvil, de internet, de televisión....
Y este tiempo lo comenzamos con el símbolo austero de la imposición de la ceniza; un gesto que subraya la conciencia del hombre pecador ante la majestad de Dios y que nos invita a reconocer nuestra propia fragilidad y mortalidad; una fragilidad y mortalidad que necesitan ser redimidas por la misericordia divina. Por eso que, lejos de ser un gesto puramente exterior, hemos de ver la imposición de la ceniza como signo de la actitud del corazón penitente que cada uno de nosotros estamos llamados a asumir en nuestro itinerario particular. Somos polvo, somos cenizas, pero a través de nuestro encuentro y amistad con Jesucristo somos transformados en criaturas nuevas. Por eso mismo las cenizas no son solo un signo de muerte, de penitencia y de mortalidad, sino también una promesa de vida nueva, ya que la ceniza, como bien sabemos, es un excelente abono, y nosotros necesitamos «abonar» nuestras vidas para celebrar en condiciones la Pascua.
Que estos días de penitencia que comenzamos nos ayuden a elevar nuestro espíritu y a apartarnos del pecado y de todo aquello que pueda poner trabas a nuestro camino de conversión hacia la plenitud de la vida en Cristo.
By.-R,C
lunes, 20 de febrero de 2023
Cuaresma 2023.
Así pues, comenzamos el tiempo santo de la Cuaresma; un tiempo especialmente propicio para escuchar la Palabra de Dios y asimilarla en profundidad mediante la meditación de las Sagradas Escrituras. Ante nosotros se abre un camino que, como aquel que recorre el Señor con sus discípulos hacia Jerusalén, nos llevará hasta el momento cumbre del año cristiano, la Pascua del Señor, la celebración del misterio de su pasión, muerte y resurrección.
De este modo, al igual que para el pueblo de Israel, resuena la trompeta de la Cuaresma para congregar al pueblo de Dios en asamblea. Para congregarnos a todos: hombres, mujeres, ancianos, muchachos, niños, sacerdotes... a todos; porque todos necesitamos volver a Dios.
Por ello no debemos desaprovechar la oportunidad de gracia que el Señor nos concede, como dice el apóstol San Pablo, al exhortarnos que no echemos en saco roto la gracia de Dios. Por eso es el momento de reconciliarnos con Dios, de convertirnos, de cambiar de vida.
Mirad, todos necesitamos de una conversión permanente y, de hecho, como bautizados vivimos, o deberíamos vivir, en un estado continuo de conversión. Quien no tenga esto claro y esté convencido de que necesita conversión, difícilmente podrá vivir la Cuaresma.
Pero la conversión que se nos pide en la Cuaresma no consiste en un simple cambio exterior. Lo que tiene que cambiar, que rasgarse en nosotros, como nos pide el profeta en nombre de Dios es nuestro corazón, nuestro interior. Por eso Jesús mismo nos advierte con toda claridad que tenemos que obrar para ser vistos por Dios, no por los hombres.
Es verdad que la conversión no es cosa de un día, ni de una cuaresma. Es cosa de toda la vida. Pero hay que ponerse a ello para poder conseguirla. Y es algo que cuesta. Ya dice el refrán “el que algo quiere, algo le cuesta”. Pero la gracia del Señor no nos faltará si de corazón se lo pedimos.
Durante estos cuarenta días se nos invitará de un modo especial a la penitencia. Penitencia que expresaremos sobre todo en el ayuno, en la limosna y en la oración. Ayuno y abstinencia de carne, como señal de penitencia. Una penitencia que sobre todo se basará en el obedecer lo que nos manda la Iglesia al respecto –algo que tanto nos cuesta y que tanta rebeldía produce en nuestro ser y mentalidad autónoma y autosuficiente-. Pero es un ayuno y una abstinencia que nos tiene que llevar a compartir nuestros bienes con los necesitados, no simplemente decir: “no como carne, y me pego un hartón de marisco”.
También hay otros ayunos que podemos hacer durante la Cuaresma y añadir a los establecidos. Ayunos que serán verdaderamente penitenciales: No leer durante un día revistas del corazón, o no fumar durante ese día y lo que cuesta el paquete de tabaco darlo en limosna, un día sin internet o sin televisión… ¿A qué si nos ponemos a pensar, hay muchas cosas que hacemos que no son necesarias, y que nos podemos quitar, y nos costará una auténtica penitencia el prescindir de ellas?
Puede ser una cruz. Es verdad. Pero…¿Cómo estamos mirando estos días al Señor, sino es cargando con la cruz a sus hombros? Es el tiempo especial de mirar al Nazareno, al crucificado… De aprovechar ese rico tesoro de la imaginería religiosa que nuestros mayores nos han transmitido para meditar la Pasión salvadora de nuestro Redentor. ¡Cuánto bien nos hará meditar ante el Señor sacramentado estos días!¡Cuánto bien nos hará el contemplar las imágenes sagradas del Señor sufriendo por nuestra salvación!
Ojalá que las prácticas de cuaresma para avanzar en la conversión, que son la oración, la limosna y el ayuno, sean puestas en práctica por nosotros con autenticidad, como nos reclama el Señor en el evangelio de hoy. Que la Palabra de Dios encuentre en nosotros un terreno fértil, abonado por los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, para poder germinar y dar frutos de verdadera conversión. Así llegaremos con el corazón limpio a la celebración del misterio pascual de Cristo.
Y como no… en Cuaresma no nos va a faltar tampoco la compañía de la Santísima Virgen. Es el tiempo de mirar a María como Madre Dolorosa; en la sobriedad de los vestidos de hebrea con los que la devoción la viste durante estos días. Ella, que se mantuvo firme ante la cruz de su Divino Hijo en su dolor, nos ayudará a vencer nuestra debilidad y flaqueza para salir vencedores en esta lucha contra nosotros mismos y el pecado que emprendemos el miércoles de Ceniza.
By.-R,C
jueves, 28 de marzo de 2019
Mensaje de Cuaresma 2019.
La Cuaresma es el tiempo que la Iglesia nos propone para renovar nuestra adhesión a Jesucristo. La Palabra de Dios y las prácticas penitenciales nos ayudan a redescubrir lo que es realmente importante en nuestra vida y a rehacer nuestro esquema de valores. Es un tiempo maravilloso para volver a empezar, para dejar atrás todo lo que hemos ido incorporando en nuestra vida y que, no solo no nos ayuda, sino que nos dificulta el camino.
La Cuaresma es un buen tiempo para revisar nuestra vida interior. Un tiempo para volver a dejar que Dios ocupe el centro de nuestra vida y poder experimentar cómo esto nos ayuda a recuperar el tono vital. Esa será nuestra gran conversión, el gran cambio de orientación en nuestra vida. Es también un tiempo para ponernos en contacto con la Palabra de Dios, para abrirnos al acompañamiento espiritual que posibilita que nos demos cuenta de cómo estamos realmente, de lo que nos ayuda y de qué deberíamos hacer para recuperar el tono vital interior.
La Iglesia nos propone tres actitudes fundamentales para poder hacer este ejercicio de transformación interior: la oración, el ayuno y la limosna.
El ayuno nos ayuda a reflexionar y a valorar lo que tenemos de balde, como caído del cielo. Lo esencial del ayuno es ser capaz de no ser esclavo de aquello que nos aparta de Dios. El ayuno nos hace caer en la cuenta de cómo las imágenes, los objetos y las sensaciones que nos rodean reclaman nuestra atención constantemente y nos distraen. Ayuna del reenvío de mensajes controvertidos en las redes sociales. Hagamos que este año sea un verdadero tiempo de fraternidad. Hagamos ayuno de luchas innecesarias que nos llenan de rencor y nos dejan vacíos. Ayunemos de aquellas conversaciones que ya sabemos previamente que no llevan a nada positivo y que pueden perjudicar nuestra relación. Ayudémonos a cambiar de tema cuando alguno de nosotros comience. Ayunemos de todo aquello que pueda crear división. La Cuaresma es un tiempo ideal para redescubrir todo lo que nos une y tenemos en común.
Incorporemos también la limosna en nuestra vida, como actitud que nos acerque a Jesucristo. Seamos generosos con nuestros hermanos más pobres.
Conviene que estemos atentos a tantas personas que necesitan ser atendidas material y espiritualmente. Pero también tenemos cerca personas que necesitan simplemente compañía, cariño, afecto... Personas que necesitan que se las escuche, y que les ofrezcamos la limosna de nuestro tiempo.
Yo os invitaría a concretar esto haciendo lo siguiente: privémonos un rato de la televisión, de internet, del móvil o de estar chismorreando, y pasemos ese rato visitando y pasando un rato con un anciano, con un enfermo, o con una persona que está sola, y recemos con ella. Será una maravillosa forma de prepararnos para celebrar la Pascua.
Hermanos, que la Cuaresma de este año sea un tiempo de gracia especial para todos nosotros. Sólo son cuarenta. ¿Creéis que es posible? Pidamos, sin miedo, ayuda a Dios.
By.- R,C
miércoles, 14 de febrero de 2018
Cuaresma 2018.
Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión», que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida. Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12). Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús, respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio.
Los falsos profetas
Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas?
Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad.
Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien.
Un corazón frío
Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo; su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros?
Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas.
También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte.
El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero.
¿Qué podemos hacer?
Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno.
El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?
El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre.
Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos
El fuego de la Pascua
Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo.
Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental.
En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu», para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad.
Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.
FRANCISCO
By.- A,A Fuente texto.-Pressvaticanva, Fuente foto Cristo.- mecgod
miércoles, 10 de febrero de 2016
Cuaresma 2016.
Y si todos los años la Cuaresma es tiempo de gracia, la de este año lo es de un modo especial, ya que dentro del año santo de la Misericordia que estamos celebrando, “ha de ser vivida –en palabras del Papa Francisco con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios.”
Y es que Dios siempre va a estar esperándonos para ofrecernos su misericordia en el sacramento de la Reconciliación, el sacramento que, como dice el Santo Padre, “nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia” Este tiempo santo de la Cuaresma que vamos a iniciar con el gesto penitencial de la ceniza, ha de ser un momento especial para renovar nuestra vida y experimentar en nuestro corazón la realidad de un Dios misericordioso, que por amor a nosotros ha enviado a su Divino Hijo al mundo para reconciliarnos consigo por medio de su muerte y resurrección. ¡Con cuánto amor y agradecimiento hemos de mirar durante este tiempo la sagrada imagen del Señor Crucificado!
¡Qué buena ocasión va a ser este tiempo para poner por práctica las obras de Misericordia! Porque si Dios es misericordioso con nosotros, también nosotros tenemos que ser misericordiosos con todas las personas con la que convivimos día a día. Como dice el lema de este Año Santo, debemos ser “misericordiosos como el Padre”. Debemos perdonar siempre, estar siempre al servicio de los demás, compartiendo con ellos no sólo nuestros bienes materiales, sino también nuestro tiempo y nuestro amor. Y sobre todo: confiemos más en el Señor, recemos más y leamos más la Palabra de Dios.
¿Cómo hacerlo? Pues un medio muy a nuestro alcance va a ser el acercarnos a la parroquia y participar de las distintas actividades que desde ella se programen para preparar la Pascua.
“¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón.” Dejémonos tocar por Dios, y confiemos esta aventura a María Santísima, a quien encontramos al pie de la Cruz.
By.- Equipo de redacción.
jueves, 26 de febrero de 2015
I Jornada cofrade de puertas abiertas en Lucena.

El grupo de redacción visitaba en este día las sedes de la Virgen de Araceli, Sagrado Encuentro, el Cristo del Amor, el Silencio, la Columna, la Sangre, Jesús Nazareno, la Soledad y llegando prácticamente a última hora a la casa hermandad de San José Artesano. La tarde del domingo 15 pese a una climatología lluviosa y típicamente invernal era convertida en magnifico espejo para conocer un poco más de la cultura cofrade de nuestra vecina localidad.
Comenzábamos la visita en la casa museo de la Stma Virgen de Araceli, donde sin duda pudimos apreciar el inmenso patrimonio que a lo largo de los siglos ha ido atesorando gracias a la devoción del pueblo lucentino, junto a diversos documentos históricos podíamos ver también parte del ajuar de la Sagrada Imagen.

Así mismo en las diversas casas de hermandad podíamos apreciar la amplitud de sus instalaciones, dialogando con los cofrades sobre diferentes temas.
Era en torno a las 6 de la tarde (hora del cierre según programa), cuando llegábamos a la sede de San José Artesano donde también tuvimos un rato conversando con los miembros de la junta allí presentes.

En el mismo templo también se halla expuesto al público en un lateral de la nave central el estandarte que luciera la primitiva y extinta cofradía de la Virgen de la Cabeza de Lucena, realizado en el año 1615 obra del bordador granadino D. Sebastián de Montesinos.
sábado, 12 de abril de 2014
Oficios y ejercicios de Piedad en la parroquia de San Francisco de Asís.
jueves, 21 de marzo de 2013
Horarios de oficios y ejercicios de Semana Santa.


La Virgen de la Cabeza y su Real Santuario.

Curiosidades
* El regalo mas pintoresco que se ha puesto en la Mesa fue un burrito (de carne y hueso por supuesto).
* El recordado "Pacorro" fue cohetero de la Virgen durante mas de cincuenta años.
* Antiguamente el Hermano Mayor ofrecía a los hermanos de varal, una vez terminada la procesión de la mañana, una comida consistente en Borrego con patatas, que se preparaba en la fabrica de Anis Machaquito.Por supuesto no podían faltar varias arrobas de aguardiente y de vino.
* En el siglo dieciocho era costumbre contratar a un grupo de "gitanos" para que cantaran delante de la Virgen en su procesión.
* En el año 1948 se contrato una pirotecnia distinta a la que se venia contratando habitualmente y los cohetes eran tan malos, que ni poniéndoles gasolina ardían.
* Durante muchos siglos el viaje a la Romería de Andujar se hacia a lomos de caballerías, cuando llego la locomoción mecánica, se inicio la costumbre de acudir en camiones, y cuando llegaron a Rute los primeros autocares se emplearon estos para ir a la Romería.Estos autocares pertenecían a la Empresa Sanchez, y eran los mismos que cubrían la linea Rute-Lucena, por lo tanto mientras que los autocares estaban en la Romería se interrumpían los viajes entre Rute y Lucena.
* Durante mas de veinte años, acompaño en sus dos itinerarios a nuestra Virgen de la Cabeza la Banda de Cornetas y Tambores del Tercio Móvil de la Guardia Civil de Sevilla.Este acompañamiento se convirtió en una tradición, hasta que por una orden gubernamental este acuartelamiento se desmantelo y por consiguiente la Banda desapareció.
* Salida extraordinaria.- Con motivo de la guerra con Marruecos mando el Obispo Juan Alfonso Albuquerque Berión, sacar en procesión de rogativas a las imágenes que mayor devoción y culto recibieran en cada localidad saliendo en Rute nuestra Morenita el día 18 de Diciembre de 1859.
Nos cuentan las leyendas.......
Pasado el tiempo, unos soldados ruteños que habían vuelto de la guerra de África, contaron que una noche, cuando se dirigían en barco a tan lejanas tierras, les sorprendió una terrible tormenta,entonces acordándose de que era sábado, y la aurora de la Virgen de la Cabeza estaría en la calle, rezaron juntos a la Virgen para que les salvara de una muerte segura, de inmediato la tormenta ceso y el mar entro en calma.Fue entonces cuando los hermanos supieron dar explicación al manto mojado y cubierto de escamas.
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...Una tarde al abrir el cura la iglesia, vio como la Virgen de la Cabeza se encontraba girada hacia su izquierda, mirando hacia el segundo llano, pensó que la noche anterior la Camarera hubiera subido al Camarin para arreglar algo en el vestido de la Virgen y había olvidado colocarla de nuevo mirando al frente, subió acompañado de dos monaguillos y la puso bien.Una vez finalizado este cometido, se dirigió al confesionario para atender a los fieles, observando a los pocos minutos que la Camarera de la Virgen entraba a la iglesia para oír la Santa Misa como hacia casi todos los días, se dirigió a ella para comentarle su olvido, contestándole esta que llevaba varias semanas de no subir al Camarin, asombrado el cura pensó que podían haber entrado ladrones, subieron al Camarin, a la Virgen no le faltaba nada de sus adornos, las puertas y ventanas de la iglesia estaban bien, no faltaba ninguno de los enseres de las diferentes capillas y altares.Nadie supo dar explicación de este fenómeno, y hasta el día de hoy es un misterio el porque la Virgen se giro aquella noche.
Presidentes de la Real Cofradía
- Francisco Salcedo Repullo:1961-1972
- Alfonso Cruz Ferreira:1972-1977
- Pedro Alarcon Luque:1977-1982
- Francisco Martinez Romero:1982-1986
- Francisco Ramirez Bueno: 1986-1990
- Comisión Gestora: 1990-1996
- Zacarias Jimenez Jimenez:1996-2004
- David Ruiz Cobos: 2004-2008
- Manuel Caballero Dominguez: 2008-2012
- Antonio Pacheco Montes: 2012-2016

